El lugar era oscuro, húmedo y frio, unas cuantas antorchas ubicadas alrededor permitían vislumbrar algunas paredes de piedra y una mesa con velas, pergaminos apilados y algunos viales de cristal con sustancias extrañas, en el centro de la sala un altar de piedra, del cual se encontraba atada una joven de cabellos dorados y tez blanca, no parecía excepcionalmente bella, pero no era su belleza lo que interesaba a sus captores.
En la lejanía se podían escuchar varios pasos acercarse acompañados con estrepitosos ruidos del rechinar de varias puertas los cuales se volvieron más intensos hasta que finalmente al fondo del oscuro salón se abrió una pequeña puerta, dos figuras sosteniendo unas antorchas se paraban en el umbral, se tomaron una pausa y luego entraron al lugar, la mujer no podía distinguir bien a sus captores, pero si podía olerlos, uno de ellos expelía un olor como a naftalina, mientras que el otro un aroma florar y levemente dulce.
-Espero que esta vez tenga éxito doctor, no pienso tolerar más incompetencias, mi paciencia tiene un límite – decía el individuo de aroma floral y cuya voz era carrasposa, desgastada y macabra.
-¡Esta vez funcionara mi señor, no podremos replicar el ritual con exactitud, pero según mis análisis y de acuerdo a la información obtenida en el interrogatorio creo que tenemos una muy buena base para replicar los resultados, he realizado mis estimaciones y tengo un margen de éxito casi que garantizado! – respondía el otro sujeto con cierto tono de nerviosismo.
- ¡Quiero resultados doctor, no tendremos una oportunidad como esta en décadas, no me decepciones! – le reclamaba el hombre de voz siniestra.
-Sin duda mi señor, ciertamente aprecio sus grandes esfuerzos y apoyo en mi investigación, el camino ha sido largo, pero por fin podremos ver los frutos de nuestro ingenio, las baterías están listas y conectadas a la red, la muestra de sangre también se encuentra en perfecto estado y condición física, solo hace falta el receptáculo para empezar el proceso, así que por favor mi señor, siéntese en la silla para finalizar los preparativos - exclamaba el hombre de voz nerviosa.
Las siluetas empezaron a moverse alrededor del altar, una de las figuras se sentó en una silla que se encontraba en la penumbra mientras el otro lo aseguraba, el doctor luego fue a su mesa, miro unos pergaminos, tomo su antorcha y se fue al lado derecho de la sala donde se encontraba un interruptor, ante la anticipación, un silencio espectral inundo la sala.
- ¡Esto puede doler!!! – grito el doctor desde el fondo de la sala.
- Cuento con ello – respondió el otro entre dientes.
El doctor acciono el interruptor y todo el lugar retumbo, como si hubiese cobrado vida, detrás de los muros se podía escuchar un eco lejano de gritos de angustia y desesperación, una luz rojo escarlata empezaba a filtrarse entre las juntas del piso de piedra del salón, permitiendo apreciar con más detalles el lugar, la joven podía vislumbrar entre la luz roja lo que parecía ser una catacumba que contenía varios elementos empleados por alquimistas e investigadores, viales de cristal de distinto tamaño, algunos llenos con criaturas amorfas y aberrantes y otros con simples personas, en el techo, una escotilla de hierro se abría, un orbe que brillaba de un rojo sangre intenso descendía poco a poco ubicándose entre la joven y el hombre sentado en la silla, del orbe inmediatamente se desprendió un chorro violento de energía escarlata que se clavó en el pecho de la joven y el hombre de la silla, el ruido envolvente era apabullante, era una vorágine de desesperación, gritos, lamentos y angustia, la joven gritaba en agonía mientras que el hombre de la silla reía a carcajadas extasiado en placer, la sala retumbo aún más, un fuerte resplandor rojo se tomó todo el lugar casi como devorando todo a su paso acompañado de un fuerte zumbido, luego, oscuridad y silencio.
Un poco aturdido e impactado por el suceso el doctor encendió su antorcha nuevamente, trato de ver a su alrededor, pero entre la oscuridad y el polvo era casi imposible ver nada, se acercó a tientas hacia donde se encontraba el altar, solo había un charco viscoso de materia organiza mezclada con sangre burbujeante, luego se dirigió hacia donde estaba el otro sujeto, acerco su antorcha para ver más de cerca, mostrándose asombrado y la vez horrorizado, mientras el otro sujeto recobraba la conciencia.
- ¿Mi señor?, puede oírme? ¿Se encuentra bien? – exclamaba el doctor notablemente preocupado.
- Sss, ssolo… solo siento frio – decía el hombre de la silla en un tono débil y lastimero.
- Permítame desatarlo mi señor y llevarlo a sus aposentos, debe reposar y yo debo analizar los resultados de este experimento, hay mucho trabajo por delante, pero el hecho que aun este vivo y que pueda sentir algo, así sea frio es un avance considerable, el tiempo nos dirá cuan exitosa fue nuestra empresa – respondía el doctor mientras asistía al otro sujeto a pararse de la silla y retirarse del salón con el apoyado en sus hombros.
Continuara…