El Titán y el Carcelero -Preludio a las Tierras Sombrías-

La niebla rodeaba el lúgubre lugar. El Titán invencible, se encontraba desorientado, confundido. Por primera vez había experimentado sentimientos que solo los mortales conocían: la duda, la decepción y la desesperación. Sus hermanos le habían recriminado sus acciones. Pero el negó que hubiese hecho algo incorrecto. En su situación hubiesen procedido de igual manera. Pero ellos no le comprendían. Tenía que hacer las cosas por mano propia.

Había acabado con uno de su raza. Mientras contemplaba la oscuridad que rodeaba a uno de los suyos, mientras contemplaba con sus ojos la verdad macabra de la creación en su corazón, crecía la ansiedad ¿Qué era lo correcto? Sin duda, el pensaba que no tenia otras opciones. Encontró a un consejo de demonios -Los Señores del Terror- quienes también estaban allí observando, aprendiendo.

De ellos, no solo conoció el poder maligno que se ocultaba tras aquella macabra escena. También aprendió que el vació no se rendiría hasta cumplir sus objetivos, aunque todo fuese corrompido en el proceso. Necesitaba opciones y no tenía ninguna. Tendría que asegurarse de arruinar los planes de esta nueva amenaza. Y desenvaino su espada.

Tras haberse entrevistado con sus hermanos para tratarles de explicar los hallazgos de sus viajes y el terrible secreto del cosmos -y las medidas drásticas que debió tomar para asegurarse la paz de la oscuridad del más allá-, sus hermanos lejos de apoyarle le dieron la espalda.

Sintiéndose traicionado, necesitaba un medio para poder asegurar que el universo no cayera bajo el yugo del vació devorador. Se alejo del lugar con frustración. Sus hermanos no le ayudarían. Necesitaba conformar un ejército que pudiera enfrentar al poder del vacío. Necesitaba poder.

Gracias a sus investigaciones y su conocimiento más allá de la comprensión de los mortales, sabía de los diferentes planos de la creación. De los demonios aprendió que tras la muerte hay un plano que ni siquiera él -un semidios- podía controlar. Pero que las fuerzas oscuras tampoco tenían poder en este lugar. Habiéndose informado de unos Señores del Terror sobre un ser muy poderoso que juzgaba las almas, decidió visitar las tierras sombrías.

Emprendió un viaje y logro atravesar las dimensiones. Estando vivo, ingreso en el reino de los muertos, demostrando gala de su poder inconmensurable, pero que irónicamente no era suficiente para salvar al cosmos de su mayor amenaza. La niebla de ese lugar era muy espesa. El Titán camino durante un largo tiempo, cuando al fin una figura tenebrosa se manifestó ante él. Su valentía y destreza en combate eran inigualables, pero sabía que en ese territorio se requería más que una espada bien afilada para sobrevivir.

La figura sombría, con un aspecto como humo negro, se movilizo lentamente para encontrarle, sabía quien era y para que estaba en ese lugar.

-Los vivos no deben estar en este lugar- La figura del Carcelero, como así mismo se hacía llamar hablaba con un tono seguro y misterioso. Dos luces que hacían el gesto de ojos brillaban de un azul tétrico, frío.

-Vengo por respuestas que los vivos no me darán. ¿La muerte nos liberará del poder del vació? –

El Titán empuñaba su arma preparado para morir ahí mismo si era necesario. La sombra se movió suavemente de su lugar, mientras con un parpadeo, mostro al Titán proyecciones de posibles futuros.

-Las decisiones que tomes, no son nada. Puedes ser un héroe, o un desconocido que lo único veraz es que algún día te llegará la muerte. Puedes escapar, puedes alargar tu “existencia” todo lo que quieras. Pero la muerte una vez ocurre es eterna. La muerte también te dará libertad. Aquí no hay luz ni oscuridad. Contempla los futuros posibles y mira la realidad: Todo acaba. -

El Titán comprendió que, en efecto, el vació no tenía poder sobre la muerte. Pero ¿Esta era la libertad que anhelaba para aquellos que había jurado defender? Era evidente que las almas que acabase con su cruzada solo se acumularían en el reino de la muerte, en las tierras sombrías que en ese momento le rodeaban. Sin embargo, era mejor ese lugar que siendo esclavos del vació. El Titán asintió con su cabeza. Había aprendido de los demonios las artes viles, pero sabía que existía un poder que permitía el control de la vida y la muerte: La nigromancia.

El Titán fijo su mirada en el Carcelero. Por un momento medito las palabras que debía decir para obtener de este encuentro un poder mayor al del vacío. Entonces le dijo al Carcelero: -Conozco que existe una forma de traer de la muerte a las almas. Quiero ese conocimiento, ese poder de controlar la vida y la muerte-.

-Lo tendrás, si pagas el precio. ¿Qué ofreces? – Dijo serenamente el Carcelero, quien parecía poco sorprendido de la solicitud.

El Titán no se podía permitir dudar. Iniciaría una guerra por todo el cosmos. Las vidas que se perderían, el dolor, el fuego purificándolo todo. En ese momento el Titán miró una de las proyecciones y se vio así mismo deformado, destruyendo mundos. Muchos no comprenderían porque lo hacia e inclusive haría muchos enemigos en el proceso. Pero cada mundo purificado en llamas esmeralda era un mundo menos que el vació no podría controlar. No sería recordado como un héroe, pero viviría y moriría como tal.

-Todas las almas que purifique serán tuyas. Si la vida nació una vez, volverá a hacerlo, pero esta vez desde el fuego y lejos del poder del vació. –

El Carcelero, hizo un ademan y desaparecieron las proyecciones. Fue momento de un parpadeo, pero cuando el Titán reabrió sus ojos ya no estaba en el lugar lleno de nieblas. Solo escucho una voz que susurraba con un aire victorioso: “Recuerda tu parte del trato”. En ese momento el Titán obtuvo el conocimiento para controlar la nigromancia. Podía hacer que los vivos volvieran de la muerte para hacer su voluntad. Podría construir un ejército que devorará los mundos a partir de sus propias gentes.

Tiempo después el Titán le enseño a sus lugartenientes los misterios de la nigromancia, y la manipulación de las almas. Con cada mundo devastado, el Carcelero se hacía más poderoso. Con el conocimiento siguió investigando y descubrió en el Vació Abisal un misterioso hielo, del que se podían forjar poderosas armas y armaduras que facilitaban el uso de los poderes nigrománticos. El Titán sonrió maliciosamente. Había una forma de derrotar al vació.

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