Avanzada de la cruzada (Relato Cerrado)

Muy buenas tardes a todos los aventureros que suelen frecuentar esta taberna luego de unos dias de arduo trabajo, la intención con este post es un poco egoista pero a la vez necesario, ya que hace 2 años empecé a escribir un relato que daba inicio a una campaña rolera la cual con la hermandad Bohemia y Ron en su época antes de que pasara a llamarse la Vanguardia del Norte y que migrara al Reino de Quel'thalas pudimos concretar de una manera espectacular, y fue uno de los primeros roles no casuales, sino con historia que logramos realizar. Sin embargo nunca pude terminar el relato ya que me tomaba bastante tiempo y estaba a puertas de graduación de la universidad, por lo que posteandolo en este sitio me estoy obligando a terminarlo cuanto antes.

En el link a continuación dejo el post que se realizó hace 2 años donde se estaban buscando a los guerreros que quisieran participar, mis agradecimientos a todos y cada uno de ellos por haber creído en este proyecto, sus nombres obviamente están en este relato.

https://us.battle.net/forums/es/wow/topic/20742996493#post-5

No siendo más, empezaré con el relato nombrado Avanzada de la Cruzada.

Sinopsis
Avanzada de la Cruzada

Athellam Halle se encuentra herido por emboscadas de la plaga en la cercanía con la corona de hielo, por lo cual el alto vindicador Tirion Vadin no le recluta para el asalto a la puerta de la cólera, en cambio le otorga una misión vital para que los ejércitos de la alianza y de la horda puedan atravesar el gran vado infestado para llegar a la puerta de la cólera.
Cuenta con dos meses para reclutar a su equipo, debe ser un equipo pequeño, pues la misión es cautelosa, deben incomunicar los dos grandes zigurats en la entrada de la corona de hielo para que la peste no pueda comunicarse y mandar refuerzos a la vanguardia, la toma de estos dos lugares (donde están los zigurats) es de vital importancia para la ofensiva hacia la ciudadela de Corona de hielo.
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Prólogo

Un cálido resplandor de luz invadía la pequeña abertura que dejaba la entrada de la carpa de enfermería del campamento argenta, la luz de la mañana logra colarse a través de las nubes frondosas y sucias como la ceniza quejidos y gritos ahogados son lo que se puede sentir en aquel sitio, aunque por un momento, ese momento de luz de la mañana todo parecía calmado como la orilla de las playas de los páramos del poniente.
La blanca nieve había cesado de caer y se había acumulado por todo el campamento, llenando los altos techos de los cuarteles provisionales y las carpas de enfermería, muchos reclutas argentas se encargaban de separar de los caminos improvisados la blanca nieve, los blancos tabardos de la cruzada se mezclaban con estos de una manera tan perfecta que si se estuviera mirando desde los altos picos que rodeaban el campamento no se logarían distinguir a los portadores.
Halle estaba despierto junto a la entrada de la enfermería contemplando con gratitud aquella luz de la mañana, llevaban 5 días desde la última vez que pudo ver el resplandor del sol.
-¿Cómo se encuentra esta mañana Sir Athellam? – Sir Athellam Halle giró su mirada hacia atrás y pudo ver de dónde salía la cálida voz que le preguntaba su estado
- Aunque sé que mis heridas fueron graves, puedo decirle que me encuentro mucho mejor ahora, más, al ver la poderosa luz del sol atravesando la oscuridad de este maldito y congelado lugar, créame señorita, presiento que las cosas irán por un mejor camino en estos días.- Respondió el Paladín.
- Me alegro de su recuperación Sir, debo admitir que su recuperación ha sido bastante rápida a comparación de los demás soldados, supongo que son cosas de la luz, muy bien, iré a atender a los demás pacientes – Le contestó la joven enfermera mientras regresaba a la carpa blanca para continuar con sus labores matutinas.
- Que la luz te acompañe hija – respondió Halle mientras acomodaba sus muletas bajo sus hombros y empezaba a subir al cuartel provisional, para asistir a una pequeña pero importante reunión.

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-¿¡Que me estás queriendo decir Señor!? – Respondió Halle con un tono furioso.
- Controle sus emociones Sir paladín, y controle su lengua, le está hablando su superior – Le contestó una voz grave y potente proveniente de una figura alta y fornida.
- ¡Pero es que no entiendo nada de lo que me está diciendo Tirion!, ¡no puede dejarme fuera de tal misión! – seguía Halle respondiendo al Alto señor Tirion Vadin frente a algunos de los altos mandos de la cruzada.
- Señor Halle, su condición no es la más favorable para participar en esta misión, sus heridas no sanarán a tiempo para que esté en perfecta forma y pueda hacer parte de esto, entienda que se necesitarán a los mejores hombres y más preparados para el asalto, y usted señor Halle, ahora no es de las mejores opciones, no le quiero recordar que se encuentra en ese estado por ignorar órdenes superiores, y muchos los soldados a su mando ahora se encuentran llenando las carpas de enfermería – Le contestó otro paladín al otro extremo de la mesa rectangular donde estaban reunidos.
- Sabe usted que fue una emboscada Sir York – le masculló Athellam con una mirada de enojo.
- Una emboscada muy fácil de prever, debió haberlo sabido Sir – Le contestó Sir York, un alto y grande paladín de barba larga y trenzada.
-¡Basta ustedes dos!, no quiero oír una sola palabra suya sobre el acontecimiento Sir York. - Interrumpió Tirion. -Y de usted Sir Halle, espero que comprenda con más tranquilidad el por qué se le está dejando fuera, además, tengo otra misión para usted. – Todos los reunidos se miraron entre sí sin saber a qué se refería. – Le daré sus instrucciones en breve – Finalizó Tirion.
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Capitulo 1 - Dalaran

Una fría y cortante ráfaga de viento dejaba marcada la mejilla del maduro paladín, el grifo, la criatura en la cual estaba montado se mecía como un péndulo abriendo sus grandes alas para alcanzar las pocas corrientes de aire caliente que emanaba aquel lugar, aunque Athellam Halle no se había acostumbrado a montar aquellas bestias aladas no lo estaba haciendo mal, por lo menos por cada minuto que pasaba sobre el grifo se iba tomando confianza y tomaba una posición más relajada sobre la silla puesta en el lomo de la bestia. Aquellos grifos eran propiedad de la mágica ciudad voladora de Dalaran, situada en los aires del bosque canto de Cristal, por lo cual estaban bastante amaestrados para poder cumplir con las misivas que se les encomendaban, las cuales regularmente eran transportar emisarios hacia los campamentos tanto de la horda como de la alianza en el continente helado de Rasganorte.
Tres días habían pasado tras la reunión en el cuartel improvisado de la cruzada argenta, tres días había tenido Sir Athellam Halle para dejar atrás sus quejas e inconformidades con la misión que le habían otorgado, se sentía inútil al no ser tenido en cuenta para la vanguardia, normalmente era una persona bastante testaruda pero una vez con su entrenamiento de paladín había logrado dejar atrás tal faceta de su vida y fue solo hasta hace tres días que resurgía de nuevo su testarudez, pero claro, a quien le hubiera gustado que le dejaran afuera de una de las más grandes ofensivas en contra de la plaga, el honor y la gloria que estaba dejando atrás al no poder participar era uno de los elementos que más le molestaba aunque su superior se encargara de calmarle y explicarle que la misión a la cual estaba encomendado era igual de honorifica y valiente como cualquier ofensiva al corazón de la plaga. Todos estos pensamientos eran los que estaba organizando Halle en su cabeza mientras iba en vuelo hacia Dalaran, podía darse el lujo de no prestar atención al viaje pues iba escoltado de algunos emisarios magos de Dalaran.
-¡Sir Halle! – le exclamaba un joven mago montado en un grifo blanco a su derecha. – Observe allí, la majestuosa ciudad de Dalaran.
Athellam no había logrado vislumbrar tal ciudad en los aires, aunque sus ojos eran ya de un paladín de 55 años, no lograba observar sino nubes y más nubes blancas abarrotadas una encima de la otra, les lanzó una mirada de desconcierto a los dos jóvenes emisarios, los cuales rieron al saber que era lo que estaba pensando el Paladín.
-¡Permítame ayudarle a ver la gran ciudad Sir Halle! – le dijo el joven a su izquierda montando un precioso grifo gris con alas negras como la noche, el mago pronunció algunas palabras que Athellam no pudo oír debido al viento, sin embargo no pudo tampoco leer de sus labios alguna palabra que entendiera. Desconcertado, Halle logró sentir un haz de luz de un color aguamarina sobre sus ojos y como un velo al abrirse pudo ver a la distancia, imponente, gloriosa, brillante, y sinigual, la ciudad de Dalaran, hogar del famoso Kirin tor, sociedad de los magos más poderosos de todo Azeroth.

Estaba sin palabras y con los ojos abiertos como un buey contemplando tal ciudad frente a su vista, pudo ver las hermosas paredes blancas que componían la mayoría de las fachadas de las edificaciones de la gran ciudad voladora, las cubiertas en su mayoría de un color violeta cristal reflejaban la poca luz del sol que entraba en el frio continente, sin embargo a su vista, le parecía que tal ciudad brillaba por sí sola, el grifo del Paladín se elevó más y empezó a descender virando hacia la derecha primero para lograr llegar al Alto de Krasus y luego a su izquierda lentamente al lugar donde aterrizarían.
Una vez allí, el grifo de Halle aterrizó suavemente clavando sus garras en la parte verde y suave del patio de la plataforma, donde una persona se encargó de las riendas del grifo y Athellam bajaba tranquilamente agradeciéndole la ayuda, los dos grifos de los jóvenes magos flotaban sobre la plataforma aun sin intereses de descender.
-Agradezco la compañía jóvenes magos – exclamó Sir Athellam a los dos jóvenes que estaban a algunos metros de altura sobre el paladín, logró hacer un ademán de respeto al fijarse que por el aleteo de sus dos monturas no pudieron escucharle, de inmediato los jóvenes magos respondieron a su saludo de respeto y se marcharon volando hacia el oeste.
Eran las diez de la mañana cuando Sir Athellam Halle llegó a Dalaran, sumido en sus pensamientos logró atravesar la entrada que llevaba del Alto de Krasus a la ciudad en sí. Decidió sacar un sobre de su cinturón, el sobre era de muy buena factura, de un color violeta con el sello del Kirin Tor rasgado por la mitad, lo cual reflejaba que ya había leído el contenido de aquel sobre varias veces.
-Veamos…- sacaba la carta finamente doblada a la mitad para leerla una vez más – Talen Bridewell, aja en... La plaza tejerruna… mago del Kirin tor… muy bien, creo que es todo lo que necesito saber – se dijo y empezó a andar por la ciudad, sin antes asombrarse de lo altas, blancas y pulidas que eran las paredes de las edificaciones que lograba observar, se acercó a una y puso su mano sobre ella para sentir su textura – Consistente, pura, pero a la vez suave sin rugosidad, es fantástico este material, me pregunto si habrá usado algo de magia en ellas – se decía Halle al momento que una persona bajita, más bajita de lo normal se le acercaba y aclaraba su garganta.
-Disculpe – insistió una vez más al ver que el Paladín no le prestaba atención – Disculpe dije – la criatura pequeña esta vez tironeó la capa azul del Paladín para llamar su atención.
- Oh mil disculpas señor Gnomo, no fue mi intención no verle – le respondió Halle con suma sinceridad sin ninguna intención de burla.
-No hace falta disculparse señor Halle, si, sabemos quién es y esperábamos su llegada pero como puede ver tengo pies pequeños y por lo tanto he demorado en recibirle en la plataforma de Krasus, soy yo quien le debe una disculpa – respondió el gnomo haciendo una señal de respeto.
-No se preocupe por nada señor… - Arkanito, Arkanito Piromanitas – le interrumpió el Gnomo – venga, tengo que llevarle con mi superior, sé que es el a quien busca.
-Oh muy bien amigo Piromanitas, entonces le seguiré.
Halle y el Gnomo estuvieron andando por lo menos diez minutos por las calles violetas y brillantes de Dalaran, toda pregunta que le hacía el Paladín fue respondida con una exactitud inesperada por parte del Gnomo, una vez llegaron a la plaza tejerruna Arkanito Piromanitas le indicó a Halle una banca ocupada por una persona, llevaba una larga túnica violeta con varios ornamentos en ella, se le veía relajado y recostado sobre el espaldar de la banca de la plaza, con los ojos cerrados y respirando lentamente.
- Mi maestro le espera señor Halle – le indicó el Gnomo y se despidió con suma cordialidad, a lo cual el Paladín respondió de igual manera.
- ¿Hace un hermoso día no cree Sir Halle? – Preguntó el mago con los ojos cerrados al sentir la presencia del Paladín a unos cuantos metros de él. Sin sorprenderse de aquello Athellam asintió con un sonoro – Así es señor Bridewell, ¿estoy en lo correcto?
- En efecto Sir Halle, a su servicio – respondió el relajado mago al momento que abría sus ojos y observaba fijamente al paladín – ¿Qué es lo que puede hacer el Kirin tor por usted? – siguió diciendo mientras se levantaba con suma calma y se iba alejando un poco. Athellam entendió que hacía y decidió seguirlo.
- Señor Bridewell, es bien sabido para usted que mi superior y líder de la cruzada Argenta ha solicitado ayuda al Kirin Tor para algo en específico, y me ha puesto a cargo de su cumplimiento, por lo que veo el Kirin Tor ha respondido afirmativamente. – Le señaló Sir Athellam Hale al mago
- Por eso estoy teniendo esta conversación con usted Sir Paladín – El mago iba caminando por las calles de Dalaran sin apuro, Sir Athellam le seguía el paso mientras seguía hablándole.
- Quisiera, si es posible, que habláramos sobre los detalles en un lugar un poco más alejado de las calles – Athellam finalmente sugería esta propuesta al ver un grupo de renegados entrando a un lugar aparentemente separado para la horda.
-Oh, Aerith, ¿qué tal amaneces hermosa? – el mago ignoraba la petición del Paladín al encontrarse tan cerca de la vendedora de flores de Dalaran, la cual le respondió con una sonrisa y una educada venia.
- Sir Bridewell… - alcanzó a decir el Paladín al notar que no le había dado una respuesta
- Escuché su petición Sir Athellam, por favor acompáñeme, conozco un buen lugar – le respondió mientras se llevaba una flor blanca como la nieve a su nariz y le olfateaba para luego soltarla al aire el cual la ascendía más y más hasta perderse de vista.
-Por favor, tome asiento Sir, veo en su rostro cierto afán y no quiero ser yo el que turbe su día – le inquirió el Mago una vez entraron en una posada-taberna de Dalaran y se situaban en una mesa alejada de todas las personas allí reunidas.
-Trataré de ir al grano señor Bridewell, no suelo hacerlo sin antes poner en contexto toda la información, pero el tiempo es algo de lo que no gozo, espero sepa entender – Dijo el Paladín a lo cual el mago asintió sin problema.
- Estoy en este lugar en busca de reclutas para una importante misión de sabotaje y avanzada de la Cruzada Argenta en corona de hielo, como primera opción la cruzada ha pensado en el Kirin Tor, tal vez algunos jóvenes magos que estén disciplinados puedan hacer parte de esta laboriosa misión.
- Temo que eso no va a ser posible Sir – Respondió Talen mientras explicaba el por qué – lastimosamente por ahora el Kirin Tor ha invertido la mayoría de sus fuerzas en la retención del Bastión Violeta y las recientes batallas y enfrentamientos en el Nexo, por ahora el consejo de Dalaran ha decidido no prestar ciertos servicios hasta nuevo aviso – Athellam pareció turbarse por aquella noticia pero mantuvo su compostura. – Sin embargo es el mismo Tirion Vadin el que solicita ayuda en esta secreta misión, y lo ha confiado al Kirin Tor, por lo que señor Halle, yo estoy para vuestro servicio en esta misión.- Athellam puso sus manos sobre la mesa y mostró una sensación de alivio.
- Es muy buena noticia saber que un poderoso mago nos acompañará en esta misión señor Bridewell, debo agradecerle por eso, pero aquí no acaba, ya habíamos previsto que las fuerzas del Kirin Tor estarían reducidas por los recientes eventos, por lo que la segunda opción es acudir donde el mismo Rey Varian Wrynn de Ventormenta. – Talen Bridewell alzo su ceja derecha al escuchar lo que el Paladín decía.
- Discúlpeme señor Halle, ¿qué le hace creer que Ventormenta acudirá a la llamada de la cruzada? No quiero sonar irrespetuoso pero pienso que no accederá fácilmente ante tal petición.
- Eso lo veremos, tengo una carta firmada personalmente por Tirion Vadin, no creo que ni siquiera se inmute cuando le visitemos – respondió el Paladín
- Así que piensa visitar Ventormenta, ¿cuándo?- Le respondió el mago ya teniendo una idea de cuál sería la respuesta del Paladín.
- Ahora mismo señor Bridewell, sé que en Dalaran existen puertas mágicas que nos llevarán a Ventormenta en un abrir y cerrar de ojos, ¿acaso me equivoco? – el Paladín le respondía mientras entrelazaba las dos manos y se apoyaba con sus codos en la mesa.
- En parte sí, en parte no Sir Halle, los portales fueron cerrados momentáneamente por los eventos recientes del Nexo, sin embargo podría crearle uno pequeño, solo para que usted y yo podamos atravesarlo.- Sin decir más, los dos se levantaron de la mesa y salieron de aquel lugar. Recorrieron de nuevo las limpias calles de Dalaran y esta vez Sir Athellam Halle pudo observar muchas más cosas de las que se había ignorado en el afán de encontrar al Mago Talen Bridewell, entre ellas logó ver que las luminarias que en la noche se encenderían estaban flotando sobre el suelo y no se encontraban apoyadas en las paredes, algunas escobas mágicas dejaban las calles impecables, numerosos grupos de jóvenes magos con unas túnicas de color azul y violeta seguían a un mago vestido con una túnica violeta parecida a la que llevaba Talen pero sin tantas ornamentaciones y portando cada estudiante un grimorio sellado.
-Muy bien, hemos llegado – se dijo Talen para sí al llegar al alto de Krasus una vez más – Por favor Sir, hágase a un lado mientras realizo el portal.
Sir Athellam aunque conocía los portales sabía que consumía gran esfuerzo y energías para los magos lograr realizar uno, por lo que quedaría impresionado si este Talen Bridewell creara uno solo por su cuenta, en ese momento una tercera persona se situó al lado del Paladín, le saludó y esperó que su maestro terminara con el portal.
Talen Bridewell empezó a canalizar las energías arcanas que le rodeaban para la creación del portal, sus ojos emblanquecieron y un destello pronto apareció de sus manos rodeándolas y reuniéndose a unos escasos metros del mago, una luz color celeste empezó a brillar suavemente y se logró ver en ella una elipse creciendo poco a poco hasta tomar el tamaño de un espejo ovalado.
-Ah Arkanito, muchas gracias por traer mis pertenencias – se le oyó decir al mago una vez terminó el portal y acercándose al gnomo aprendiz.
- No hay de que maestro – rio estrepitosamente y se alejó fugazmente, esto le pareció muy extraño a Sir Athellam, pues ya había tenido la oportunidad de tratar con aquel ser y se mostró lo bastante serio y educado.
- Muy bien señor Halle, después de usted, tenga cuidado, una vez lleguemos a Ventormenta se sentirá un poco mareado y como si las cosas en su interior ocuparan el lugar equivocado, pero pronto se recuperará.
- No se preocupe señor Bridewell, ya alguna vez he viajado en un portal de estos, solo que hace bastante tiempo, estaré bien. – Le indicó Sir Athellam haciéndole una señal de aprobación con el pulgar e ingresó al portal, seguido de esto Talen le siguió y el portal se cerró al instante.
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Capítulo 2 - Ventormenta

(Pronto)